Sunday, July 27, 2014

Vipassana: El camino del silencio



Vipassana:
El camino del silencio

Introducción: El silencio interior

Recientemente asistí a un retiro de silencio, 10 días en los cuales no debía existir ningún tipo de comunicación, ni verbal, ni escrita, ni por señas. El silencio verbal fue lo de menos, pues la verdadera intención del retiro era la de llegar al silencio mental, por lo cual tampoco se podía leer ni sostener una conversación mental con uno mismo. Pero ¿Cómo se logra esto? La propuesta que se nos ofrecía, durante este retiro, era la meditación Vipassana.  Vipassana es una palabra en Pali (un antiguo idioma Hindú) que significa algo así como “Visión de la verdadera naturaleza de la realidad”.  La técnica de meditación Vipassana fue desarrollada por Gautama Buda, como una vía de conocer de manera directa, dentro del propio cuerpo, la realidad tal y como es. De esta enseñanza, muchos de sus discípulos la fueron modificando y tergiversando para crear muchas otras técnicas, alterando así la enseñanza pura. Vipassana es la técnica tal y como era en los tiempos de buda, conservada y transmitida de manera estricta de maestro a discípulo, mantenida en secreto desde hace más de 2500 años, hasta que fue liberada al público alrededor de 1960. Desde ese entonces, una asociación civil se ha encargado de difundir esta técnica de manera gratuita y voluntaria a todo aquel que desee conocer la realidad “tal y como es”. 

1.- La realidad “tal y como es”

Habiendo yo estudiado la filosofía, conociendo muchas doctrinas y visiones de la realidad, me pareció que dicho nombre, el de la “visión de la verdadera naturaleza de la realidad” era bastante pretensioso, pues de hecho todas las filosofías sostienen poseer la “verdad absoluta”. ¿Por qué suponer que ésta filosofía poseía la verdadera verdad? Por supuesto, uno no puede rechazar una oferta tan interesante, por lo que habría que comprobar si verdaderamente este era el camino hacia la verdad. Decidí darle una oportunidad y experimentar esta técnica de meditación Vipassana. De hecho, una de las bases de éste camino, es la idea de que la no es algo que se racionalice o que se transmita de manera intelectual. No, para la meditación Vipassana, uno tiene que experimentar de manera directa, clara y concisa (tal como lo hubiera querido Descartes[1]) la verdadera naturaleza de la realidad dentro del marco del propio cuerpo. En otras palabras, la se tiene que vivir desde adentro, solamente cuando uno experimenta la verdad, puede decir que la conoce y es real. De otra manera, tan sólo es una especulación. 

Durante estos 10 días del retiro, fui experimentando poco a poco el quebrantamiento de mi mente, de mi mundo, de mi yo. Sostener la atención de cada respirar exige un gran nivel de concentración, pues regularmente no nos podemos concentrar en algo más de 5 o 6 segundos. Por ello, los primeros 3 días fueron un entrenamiento para desarrollar la unidireccionalidad de la mente, mantenerse concentrado en la respiración durante un largo período de tiempo. Esto es tan sólo para agudizar la mente, para que los siguientes días uno pueda inspeccionar de manera exhaustiva todas las sensaciones del cuerpo. En el cuarto día se nos enseña la técnica, practicamos por primera vez la meditación Vipassana, y experimentamos un acontecimiento interno de lo más intenso. El momento en el que la conciencia se disocia por algunos momentos del , es como si de pronto se hubiesen derrumbado todas las paredes que creías que te contenían y te conformaban. Uno literalmente se disuelve por unos breves instantes con el universo entero, con ese río siempre cambiante, impermanente, de la realidad. Por tan sólo un instante, la mente se olvida del tiempo y del espacio, el enmudece y el universo habla. 

2.- La ilusión egoica y el mundo como narrativa

En nuestra mente acontecen instante pensamientos que nos describen la realidad. Pensamientos que nos dicen cosas acerca de nosotros mismos y convierten en discurso a esa narrativa del . “Yo soy esto”, “A mí (mi yo) me gusta esto” “Yo odio tal cosa” “Yo soy bello, inteligente, cruel, perfecto, horrible, santo, etc.” El Yo se narra a sí mismo, describe cómo es y cómo es el mundo que le rodea. Toda esta narrativa interna es producto de ese flujo lingüístico que es la mente. El mundo, al igual que el , es una especie de narrativa, una ilusión discursiva que enmarca la experiencia de cada instante, para contarnos una historia de nosotros mismos, de quiénes somos, qué estamos haciendo, qué nos gusta, qué nos disgusta, etc.

Al parar por un instante la mente, al entrar en el silencio absoluto, se deshacen los límites del y accedemos a esa realidad profunda, el eterno devenir que nos arrastra instante tras instante. Ya decía el filósofo alemán Immanuel Kant, que el tiempo y el espacio están contenidos dentro del sujeto, y el es esa unidad sintética conformada por secuencia y espacialidad.[2] En otras palabras, el mundo como tal no existe más que en nuestra mente. Incluso, el mismo es también una ilusión, una narrativa de la mente, que es tan sólo un proceso natural del devenir. Ésta es la realidad que uno experimenta por sí mismo cuando se alcanzan los niveles profundos de la meditación Vipassana. 

3.- Estados alterados de conciencia y la unión con el

La “verdad” conocida a través de la meditación, no es una verdad intelectual, o una creencia devocional. Dicha realidad es experimentada empíricamente por uno mismo, se produce un entendimiento profundo que es muy difícil de traducir en palabras. Esta experiencia es sin duda la misma experiencia de la que relatan los místicos de todas las tradiciones. En términos filosóficos, se le conoce como una , y este fenómeno ha sido estudiado a fondo por muchos autores y en particular, Juan Martin Velasco, un fenomenólogo que nos habla de la experiencia mística como “una experiencia radical, idéntica en todas las religiones y que constituiría su núcleo esencial: la experiencias de un contacto directo, de unión estrecha, del hombre con la verdadera realidad, representada bajo formas diferentes como lo Absoluto, lo Divino, el Uno, el Brahman, por las diferentes doctrinas religiosas o teológicas. Esa experiencia constituiría la esencia de la mística que la comparación de los diferentes fenómenos místicos permitiría captar con facilidad”[3] O bien, podríamos examinar las investigaciones del psiquiatra Stanilav Grof, quien conduce estudios acerca de la consciencia y las substancias psicodélicas, especialmente el LSD, que según Grof, puede llevar a estados alterados de consciencia en el que se trasciende la individualidad y la consciencia ordinaria se sumerge en lo que Grof llama “Mente Universal” y que “al identificarse con la consciencia de la Mente universal el individuo siente que ha alcanzado la realidad subyacente en todas las realidades y se ve ante el principio fundamental y supremo que representa la totalidad del ser. (…) La comunicación verbal y la estructura simbólica de nuestro lenguaje cotidiano se muestran como medios ridículamente inadecuados para captar y transmitir su naturaleza y cualidad.” [4] En fin, esta es una experiencia de disolución de las fronteras del yo y de inmersión en aquello que Freud describió como “Sentimiento Oceánico[5]” en el cual la consciencia se identifica con el todo. 

Siendo yo un psiconauta[6] experimentado, he experimentado innumerables veces con distintas sustancias psicodélicas, tales como el LSD, el Peyote, la Salvia, los Hongos, el DMT, etc. Todo esto me ha servido como diversas vías de auto-conocimiento, llaves que me permiten la apertura de las puertas de la percepción (Aldous Huxley) y me permiten cartografiar los linderos de la conciencia. Ciertamente son herramientas muy útiles, sabiéndolas tratar adecuadamente. Sin embargo, el estado de conciencia al que te da acceso la meditación Vipassana, aunque requiere mucho más esfuerzo y dedicación, se presenta con mucha mayor claridad y control. La conciencia acrecentada que se adquiere por medio de los psicodélicos, aunque es bastante profunda y benéfica, se disuelve de manera rápida y nos vemos arrastrados a los circuitos regulares de la conciencia normalizada. En cambio, la meditación Vipassana nos educa a habitar perpetuamente en dichos estados profundos de la conciencia acrecentada, nos enseña a inducir estos estados de trance de manera voluntaria, controlada, y sostenerla instante tras instante, día tras día.

Conclusión:

Sé que muchos de mis amigos y conocidos que leerán esta nota son asiduos psiconautas, exploradores de la divinidad interna, viajeros de los diversos senderos espirituales. A todos ustedes, les digo desde lo más profundo de mi ser, que esta técnica les será de mucha ayuda, les proveerá de una claridad mental como nunca antes, pues aunque la experiencia implica bastante esfuerzo y dedicación, la recompensa es de lo más valioso. ¿Qué son tan sólo unos cuantos días de silencio y meditación comparados con la libertad para dirigirnos hacia lo sagrado y lo infinito? Denle una oportunidad a esta maravillosa técnica, una herramienta de iluminación que nos ha heredado Gautama Buda. Estoy seguro que si lo experimentan por ustedes mismos, abrirán una ventana hacia la eternidad que los guiará en sus propios caminos. Que la iluminación sea con ustedes.

Post Data.
Si quieres inscribirse para los próximos retiros, que son enteramente gratuitos, pueden checar las siguientes fechas en la siguiente página:
Los retiros se hacen una o dos veces al año, en fechas de vacaciones, como semana santa, año nuevo y vacaciones de verano. Estén al pendiente de las convocatorias.


[1] Meditaciones Metafísica, Discurso del Método.
[2] Crítica de la Razón Pura.
[3] VELASCO, Juan Martin. El fenómeno Místico, Ed. Trolla, Madrid, 2003. p 36
[4] GROF, Stalinav. Dominios del inconsciente humano: observaciones a partir de la investigación con lsd. Ed. Kairos, 2008. P. 142
[5] FREUD, Sigmund. El malestar en la cultura.
[6] Del griego que significa Alma y que significa navegante. Un psiconauta es alguien que navega el alma, la mente, la conciencia, mediante distintos métodos, y experimenta con su propia consciencia para conocerse a sí mismo.

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