Monday, September 22, 2025

La Revelación Cinematográfica de Drácula

 



La Revelación Cinematográfica de Drácula (15-Enero-2007)

Estoy en mi casa, camino hacia la cocina y veo por la ventana al viejo hipopótamo mirándome con sus ojos lastimosos. “No querido hipo, lo siento, no te puedo alimentar ahora”, pienso. Abro el refrigerador y una ráfaga de viento me hace perder el equilibrio al tiempo que percibo en instante dos borrosas figuras ovaladas salir volando, difuminadas por la fugacidad de un continuo presente en veloz transmutación. Instintivamente los sigo con la mirada, y al trasluz de una temporalidad más calma, veo que se trata de un murciélago y un tucán, que por alguna extraña razón, se encontraban juntos dentro de mi refrigerador. Bueno, la vida sigue. Así es que saco un jugo de naranja de la nevera, agarro un vaso de vidrio y, mientras una serpiente verde se enrosca por mi pierna, vierto un poco del líquido amarillento-anaranjado que contiene infinitesimales gotas esenciales de aquella cítrica fruta redonda y naranja. Doy un trago al jugo, y sin darle mucha importancia a la reptante espiral que sube mi pierna, simplemente me sacudo y ésta sale expulsada, como exiliada del paraíso. Satisfecho  con mi bebida, ese júbilo fresco recorre los túneles de la gargantúa hasta llegar al bolso epigrástrico, que al llenarse da la señal al aparato cardiovascular de que ahora tiene permiso para estar la felicidad. Sonrisa en rostro, veo asomarse por la ventana a una risueña jirafa de luengo pescuezo como túnel orgánico de mosaico marrón con grietas amarillentas. La jirafa está feliz de verme contento. Levanto el vaso con el dorado néctar de naranja, como en señal de brindis ante el majestuoso animal que está afuera de mi casa. Y entonces me invade una extraña sensación, de que hay algo raro en todo esto… Un hipopótamo que me pide de comer, un murciélago y un tucán que viven en mi refrigerador, una serpiente que se pasea como si nada dentro de mi cocina, y una simpática jirafa en el patio de mi casa… Salgo entonces hacia el patio, y me encuentro con toda una plétora de animales exóticos; un venado paso a mi lado, presumiendo sus elegantes cuernos, un armadillo enroscado rueda por debajo de mis piernas, un pavo real despliega sus infinitos ojos tornasoles para seducirme al juego erótico, y una recatada avestruz saca la cabeza de un hueco en la tierra para enterarse del chisme. “Esto no es nada habitual… -pienso- ¿Qué hace toda extravagante fauna tanto adentro como afuera de mi hogar?” Contemplando la extraña naturaleza de la realidad que me rodea, me percato de que, efectivamente, estoy soñando…  

El escenario completo se vuelve más nítido, los colores más radiantes, las figuras más definidas, mi percepción se afina al adquirir un estado de consciencia lúcida. Y con esa atención plena y traslúcida del presente, observo a una pareja caminar por la calle inmediatamente afuera de mi casa. Un chico y una chica van tomados de la mano, mirándose enamorados como si no existiese otra cosa que el abrazo del amor. En un sueño lúcido cada detalle se torna fascinante, y esa sensación de maravilla que nos poseía durante la infancia retorna a un ahora en constante despliegue, reavivando al niño eterno que vive en nuestros adentros. Fue esa curiosidad polimórfica la que me llevó a acercarme a la ensimismada pareja, a quienes reconocía como fuerzas oníricas antropomorfizadas que deambulaban por los escenarios psíquicos de mi sueño. Al llegar con ellos les pregunté: ¿Quiénes son ustedes, y qué hacen en mi sueño?” A lo que ambos me ofrecieron una mirada dulce y romántica, y con una calma y naturalidad me respondieron: “Yo soy el Ritual”, dijo el chico apuesto, “Y yo soy la Estatua” continuó la joven dama. Pero por supuesto, el lenguaje de la noche está lleno de metáforas enigmáticas y misteriosos acertijos, quizás los personajes oníricos no sean capaces de articular palabras de manera ordenada para comunicar mensajes claros y concisos. Perdido en estas divagaciones en mi pensamiento, llevé mis ojos hacia el cielo, evidenciando mi confusión, por lo que la pareja de amantes comprendieron que no había entendido nada, así que me hicieron una seña con la mano para que los siguiera, y me condujeron por entre las calles aledañas a mi hogar hasta el punto en que la continuidad del sueño se vió fracturada en uno de esos típicos saltos lógicos que caracteriza al universo de los sueños, y pude contemplar un lúgubre castillo gótico, de arquitectura pesadillesca, con puntiagudas torres como colmillos que amenazan la bóveda celeste. Y súbitamente ya estoy dentro de un set de filmación, lleno de cámaras, enormes lámparas de iluminación, y trabajadores varios, como maquillistas, camarógrafos, actores y un director de película. Un montón de gente platicando alrededor del escenario de filmación, y entre ellos, veo al arquetípico vampiro de elegante traje negro, sofisticadas mangas blancas de terciopelo, y colgando sobre su cuello, una estola de color vino, color pasión, color sangre, color muerte. Tenía una cara pálida y un temple sobrenatural, colmillos largos y expuestos y una mirada abismal. Y ahí estaba Drácula como si nada, platicando alegremente con el personal, como si de una pausa en la trama terrorífica se tratara. Y de pronto veo en la película onírica cómo el director se pone en medio de escena con claqueta en mano, cerrando la barra, emitiendo un chasquido acompañado del grito de “¡Acción!”, y rápidamente veo a todas las cámaras apuntar hacia el centro del escenario, donde se observa un sarcófago de piedra sobre el cuál se encuentra una chica acostada y con los ojos cerrados. El ambiente entero oscurece, Drácula se acerca sigilosamente con la mandíbula abierta, preparado para morder el cuello de la inocente, como ávido depredador cazando a su presa, y la tensión invade la atmósfera. Como si mi propia consciencia fuese una cámara de grabación, la lente de mi percepción hace zoom-in y se enfoca en el cuello de la chica, y la mordida letal que está a punto de entrar en contacto con la tersa piel expuesta. El miedo se respira en el aire, siento los latidos de mi corazón acelerarse, algo terrible está por suceder… hasta que “¡La Estatua!” grito con todas mis fuerzas, señalando a la chica acostada al reconocerla como la joven dama del par de amantes con quienes había hablado hacía unos momentos. Y como por arte de magia, la incauta mujer dormida se transforma en piedra justo unos segundos antes de que el vampiro la mordiera, de forma que los colmillos se encuentran con una barrera dura e impenetrable, lo cuál genera en el siniestro ser oscuro una sobresalto exagerado, una expresión de sorpresa y una confusión al ver su plan asesino arruinado. Y logro captar, en la periferia de mi retina imaginaria al otro componente de la dualidad amorosa, al chico guapo a quien ahora señalo y grito “¡El Ritual”, y veo al joven ahora realizar un extraño conjuro, que implica movimientos de manos y enigmáticos murmullos, lo cuál provoca que el vampiro se transforme en una especie de pájaro grisáceo (Que no un murciélago, aclaro. Este drácula onírico no obedecía a las convenciones del imaginario colectivo, y decidió ser auténtico y original, afirmando su alteridad como derecho de su efímero existir en el transcurso de un sueño). Al ver que ahora no tenía esos intimidantes colmillos ni su temible figura, sino que ahora en su forma de pájaro estaba vulnerable y endeble, decidí tomar un costal que estaba disponible debajo del sarcófago para atraparlo antes de que pudiera emprender el vuelo fugaz, y de un zarpazo logré atrapar al ser de ultratumba, e inmediatamente empiezo a aplastar con mi puño cerrado a la ahora exánime criatura. Después de unos cuántos puñetazos, veo la sangre impregnar el saco y el movimiento que antes era agitado se extingue por completo…

Y de pronto, como relámpago, me llega un entendimiento claro, intuitivo y contundente, que detrás de toda esta rápida sucesión de eventos, el sueño me estaba mostrando, a través del un hilo narrativo y de la escenografía de animismo onírico, cómo había una tendencia mortecina en mi interior, una fuerza oculta e inconsciente que estaba chupando mi vitalidad, un tendencia nihilista, que me llevaba a negar el valor de la vida, y a dejarme seducir por la muerte y la oscuridad, que anulaban mis ganas de vivir. Esto fue lo que entendí, no como consecuencia de una serie de pensamientos que condujeran hacia aquella reflexión, sino como un impacto significativo que se instaló en mi mente sin esfuerzo alguno, como si bebiera de una fuente de conocimiento que provenía de la laguna de mi inconsciente, o quizás provenga de otro lugar que no sea mi propia interioridad anímica, no lo sé, pero no me quedaba duda de que había entrado en contacto con una forma de inteligencia que se había ver, a través de una representación cinematográfica, lo que acontecía detrás de cámara de mi consciencia despierta. Y como si esta misma Inteligencia cuasi-divina pudiese leer mis pensamientos soñados, el escenario completo se desvaneció envuelto en una densa nube negra, y en el fondo negro apareció un lienzo blanco y rectangular, como clásica pantalla de cine, sobre la cuál se proyectaron las siguientes palabras en letras doradas: “Así es, eso significa. Has entendido este sueño”.  Al leer estas letras, bajo los lentes de mis pupilas trans-lúcidas llegué a considerar, frente a este mensaje tan claro y conciso, que quien me hablaba debía ser el Inconsciente… o… ¿El Narrador de la película? ¿El Universo? ¿Dios?. Y no pude proseguir masticando estos pensamientos de ensueño, pues después de unos segundos, el mensaje desaparece para dar paso a nuevas palabras: “Pero todavía queda…” y este mensaje permanece suspendido por unos micropsíquicos momentos, como para generar un efecto de suspenso y expectativa en el espectador, hasta que comienza ahora a proyectarse una imagen sobre la pantalla donde está la figura del Borracho de las cartas de lotería mexicana, caminando sobre las calles, con ropa roída, una botella en la mano, el cinturón desabrochado, tambaleándose y caminando desequilibrado, casi cayéndose por la embriaguez. La escena decadente parece mostrarme un peligro inminente, una advertencia, un peligro. Y lo entiendo perfectamente, casi como si la voz insonora de la inteligencia onírica me dijera: “cuidado con el abuso de sustancias, con el desenfreno y la pérdida de control. Ya venciste al vampiro nihilista, ahora te toca lidiar con el borracho hedonista”. Y así, sin más, desperté.

Reflexión: Uno de los sueños lúcidos más impactantes en mis primeras etapas de experimentación con este tipo de sueños, que tuve por ahí de mis 19 años. En este sueño pude interactuar muy claramente con los personajes oníricos, hacerles preguntas y comunicarme con aquella fuente de sabiduría profunda que están en el fondo del alma, y aunque al principio no entendí su mensaje por los velos simbólicos que le envolvían, pude contemplar de manera muy clara la presencia de una forma de inteligencia que articulaba las imágenes oníricas con una intencionalidad y una precisión sorprendente. Creo que también fue uno de mis primeros contactos conscientes con lo que entiendo como estructuras psíquicas profundas representadas en personajes oníricos aparentemente autónomos. Los Amantes, Drácula y el Borracho, a mi entender, eran representaciones simbólicas de arquetipos pertenecientes al inconsciente colectivo, que de alguna manera se estaban articulando con mi psique individual para mostrarme los patrones a trabajar en el desenvolvimiento de mi personaje ante la trama de mi existencia. Y ciertamente en ese momento de mi vida aún me poseía una cierta tendencia hacia la muerte, una ausencia del impulso vital, y un dejarme arrastrar por las corrientes nihilistas. Poco a poco fui encontrándole nuevamente sabor a la vida, y abracé con fuerza mi identidad y re-animé las ganas de vivir en consciencia plena. En ese entonces, aunque ya había experimentado unas cuántas veces el LSD, no me había involucraba aún con el consumo de otras sustancias psicoactivas, que algunos cuántos años después tuve una etapa de intensa experimentación, casi rayando en el desenfreno, el exceso, la embriaguez y la pérdida de control. Creo que por un momento (aunque muy breve) estuve al borde de dejarme arrastrar por esa tendencia que identifiqué como el Borracho, una fuerza arquetípica que me hacia inclinarme hacia una vida hedonista, pero este sueño que acompañaba en mi memoria, y sirvió como escudo protector, para hacerme consciente de que estaba cediendo mi poder al Borracho, y entonces lograba traerme de vuelta a la lucidéz, para no perder la consciencia. Lo que más me sorprende es que, sea lo que sea que produce el sueño, usó la metáfora cinematográfica para explicarme, como si fuera una película, aquellas realidades invisibles que habitaban en mi inconsciente, y lo hizo de una manera inteligente, articulada y coherente. ¿Quién o qué dirige el cinema cerebral de donde emergen las películas oníricas que se proyectan en el lienzo de la noche? ¿Tiene alguna forma de “Consciencia” lo “Inconsciente”? ¿Qué tipo de inteligencia es aquella que se comunica con nosotros durante el sueño? ¿El sueño lúcido nos permite ir más allá de los límites de la psique individual para entrar en contacto con formas de consciencia más profundas? Para mí, el misterio del sueño permanece aún, como un enigma. 


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